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 BAJO  IMPERIO  ROMANO 

 
Ver: Galería de bronces del Bajo Imperio I - II - III - IIII

 

Bajo Imperio romano: largo periodo de renacimiento, división y decadencia del Imperio, que se extendió desde Diocleciano hasta la disolución del Imperio Romano de Occidente en 476 d.C.

A veces se considera la época denominada "Imperio Militar" (235-284), como un periodo de decadencia y anarquía que forma parte del Bajo Imperio, aunque otros autores prefieren establecer con la muerte de Constantino el Grande (337) el inicio del Bajo Imperio. Aquí nos hemos decantado por fijar el ascenso al trono en el año 284 de Diocleciano, como el comienzo del Bajo Imperio, ya con él da comienzo una nueva época: "la Tetrarquía", es decir el gobierno entre cuatro o "Imperio Colegiado", que establece una nueva división de poderes y una organización territorial distinta a la vigente en el Alto Imperio.

Gobernante capaz, Diocleciano llevó a cabo un buen número de reformas sociales, económicas y políticas: eliminó los privilegios económicos y políticos que habían disfrutado Roma e Italia a costa de las provincias, intentó regular la creciente inflación mediante el control de los precios de los alimentos y de otros productos básicos, así como del salario máximo de los trabajadores, instituyó un nuevo sistema de gobierno en el cual él y Aurelio Valerio Maximiano compartieron el título de augusto, a fin de establecer una administración más uniforme en todo el Imperio. Sus poderes fueron reforzados por el nombramiento de dos césares, Galerio y Constancio, instaurando así el régimen de tetrarquía (dos augustos y dos césares). Diocleciano controlaba Tracia, Egipto y Asia, mientras que su César Galerio gobernaba las provincias danubianas. Maximiano administraba Italia y África y su César Constancio, Hispania, la Galia y Britania. La tetrarquía creó una maquinaria administrativa más sólida pero aumentó la ya enorme burocracia gubernamental con cuatro sectores imperiales y sus correspondientes funcionarios, lo que supuso una enorme carga financiera para los limitados recursos imperiales.

Diocleciano y Maximiano abdicaron en el 305 y dejaron a los dos nuevos césares inmersos en una guerra civil, que no acabó hasta la ascensión del hijo de Constancio, Constantino I el Grande en el 312. Constantino, que había sido con anterioridad César en Britania derrotó a sus rivales en la lucha por el poder y reunificó el Imperio de Occidente bajo su mando. Tras derrotar en el 324 a Licinio, emperador de Oriente, Constantino quedó como único gobernante del mundo romano. Se convirtió al cristianismo, que había hecho su aparición durante el reinado de Augusto y que, a pesar de las numerosas persecuciones de que fue objeto, se había difundido durante el mandato de los últimos emperadores y, en el siglo IV, se convirtió en la religión oficial del Imperio. Constantino estableció la capital en Bizancio, ciudad reconstruida en el 330 y rebautizada con el nombre de Constantinopla (actual Estambul). La muerte de Constantino (337) marcó el inicio de la guerra civil entre los césares rivales, que continuó hasta que su único hijo vivo Constancio II reunificó el Imperio bajo su mando en el 351. Fue sucedido por Juliano el Apóstata, conocido por tal nombre a causa de su renuncia al cristianismo, y éste por Joviano (363-364).

A continuación el Imperio volvió a escindirse y tras la muerte del emperador de Occidente Valentiniano II, Teodosio I el Grande consiguió de nuevo la reunificación, cuando falleció Teodosio (395), sus dos hijos se repartieron definitivamente el Imperio: Arcadio se convirtió en emperador de Oriente (395-408) y Honorio en emperador de Occidente (395-423).

A principios del siglo V las provincias del Imperio romano de Occidente se empobrecieron por los impuestos exigidos para el mantenimiento del ejército y de la burocracia; también a causa de la guerra civil y de las invasiones de los pueblos germanos. Al principio la política conciliadora con los invasores al nombrarles para cargos militares en el ejército romano y administrativos en el gobierno, tuvo éxito. No obstante, los pueblos invasores del Este emprendieron gradualmente la conquista del Occidente y a finales del siglo IV Alarico I, rey de los visigodos, ocupó Illyria y arrasó Grecia; en el 410 conquistó y saqueó Roma, pero murió poco después. Su sucesor Ataúlfo (410-415) dirigió a los visigodos a la Galia y en el 419 el rey visigodo Valia recibió autorización del emperador Honorio para asentarse en el suroeste de la Galia, donde fundó un reino visigodo. En torno a estas fechas los vándalos, suevos y alanos ya habían invadido Hispania, por lo que Honorio se vio obligado a reconocer la autoridad de estos pueblos sobre esa provincia y con él, puede darse por finalizado realmente el periodo denominado "Bajo Imperio de Occidente".

Durante el reinado de su sucesor, Valentiniano III, los vándalos, bajo el mando de Genserico conquistaron Cartago, mientras que la Galia e Italia eran invadidas por los hunos, encabezados por Atila. Éste marchó primero sobre la Galia pero los visigodos, ya cristianizados y leales a Roma, le hicieron frente. En el año 451 un ejército de romanos y visigodos, mandado por Flavio Aecio, derrotó a los hunos en la batalla de los Campos Cataláunicos. En el año siguiente Atila invadió Lombardía, pero no pudo seguir avanzando hacia el sur y falleció en el año 453. En el 455, Valentiniano III, último miembro del linaje de Teodosio en Occidente, fue asesinado. En el periodo comprendido entre su muerte y el año 476 el título de emperador de Occidente fue ostentado por nueve gobernantes, aunque el auténtico poder en la sombra era el general romano de origen suevo Ricimer, llamado también el "proclamador de reyes".

Rómulo Augusto, último usurpador de Occidente, fue depuesto por el jefe de los hérulos Odoacro, a quien sus tropas proclamaron rey de Italia en el año 476 d.C.  Realmente el "último emperador romano de Occidente" es Julio Nepote (474-475 y 478-480), si bien la segunda parte de su reinado fue simplemente nominal, ya que Odoacro gobernó en su nombre, pero él nunca regresaría a Italia.

Habían transcurrido 1229 años desde la fundación de Roma y los estados bárbaros, rápidamente se consolidarían en todo Occidente. Sin embargo, en Oriente pervivió el Imperio Romano, siendo conocido a partir de 491 (Anastasio I) como Imperio Bizantino. Olvidado gran Imperio que perduraría casi mil años, hasta la toma de Constantinopla por los turcos, en 1453.

Madrid (España), 15 de enero de 2002
Manuel Pina  

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