Errores y Defectos
en la Numismática Antigua (V-II)

 

Portada: Introducción
Parte I: Errores de diseño
Parte II: Errores y defectos propios del cuño
Parte III: Defectos en el cospel
Parte IV-I:  Errores y defectos durante la acuñación (I)
Parte IV-II:  Errores y defectos durante la acuñación (II)
Parte V-I: Daños después de la acuñación (I)
Parte V-II: Daños después de la acuñación (II)
Parte VI: Otras singularidades

 


 

 

Parte V-II
Daños causados después de la acuñación (II)

En esta parte V-II (y en la anterior V-I) se tratan las diversas manipulaciones a las que -en ocasiones- son sometidas las monedas después de su acuñación.

Dada su obviedad, no tendré en cuenta los daños naturales causados por la corrosión o la cristalización, ni por la rotura accidental o el desgaste del uso. Tampoco trataré los daños causados por la limpieza inadecuada o el añadido de una pátina artificial, ver: ¿Restauración o fraude?

Además, no considero propiamente como "daño" las antiguas marcas de prueba, las contramarcas, las reacuñaciones, ni las monedas con "Damnatio Memoriae". Ver: "Marcas, contramarcas y reacuñaciones en las monedas de la Antigüedad 1 - 2".

- Monedas partidas
- Grafitos / "Graffiti"
- Transformaciones

Nota) Haced clic sobre las imágenes para verlas ampliadas.

 

Monedas partidas - Splitted coin

Las partición de monedas es un fenómeno que podríamos decir existe desde siempre y en todas las culturas antiguas. Las monedas en la Edad Antiguas tenían el valor del metal propiamente dicho y los usuarios no reparaban en partirlas para conseguir monedas fraccionarias. Esta práctica fue habitual tanto en monedas de plata como de bronce, si bien resulta poco frecuente en las monedas de oro. Los ejemplos más abundantes de monedas partidas los encontramos entre los siglos II a.C. y I d.C., y dentro de ellos destacan por su número los ases romanos partidos para circular como semises.

En la primera mitad del siglo I d.C., fundamentalmente en ambientes castrenses romanos, se solían contramarcar las monedas intentando reducir su ámbito de circulación y hacer frente a la escasez de moneda de bronce; pero también, a veces, se partían cuidadosamente las monedas para conseguir divisores. Ambas actuaciones debieron ir unidas ya que están presentes en el mismo tipo de monedas, incluso podemos ver monedas que encuentran partidas y a la vez contramarcadas.

Posiblemente existan otras razones a las indicadas, tal vez hubo en ocasiones particiones de moneda por motivos rituales o religiosos.

A continuación pueden verse algunos tipos muy diversos de monedas partidas en la antigüedad, entre ellas, una curiosa moneda china convertida en dos de forma verdaderamente sorprendente.

Las monedas partidas para circular como divisores resultan relativamente apreciadas por el coleccionista, dado su bajo precio en el mercado y a la curiosidad que representan; sin embargo, no deben de ser confundidas con las monedas simplemente rotas, debemos buscar las marcas de cincel -que era la herramienta normalmente empleada-, pues es frecuente ver a vendedores con monedas rotas (por golpes de arados u otras causas) ofreciéndolas engañosamente como divisores.

Monedas "casi partidas" en dos trozos

De izquierda a derecha y de arriba a abajo tenemos: Dracma de Arse, imitación gala de las dracmas de Emporiton, as de Bolskan y denario republicano de Thoria.

Cuatro monedas de diferentes materiales, pertenecientes a distintas épocas o culturas, que estuvieron a punto de ser convertidas en divisores, pero -por lo que parece- en el último momento se arrepintieron y no finalizaron la partición.

Las marcas que quedaron en las monedas nos dan muestra de la herramienta utilizada; en todos los casos debió de ser  fue algún tipo de cincel o escoplo puesto que solo tiene la marca del corte por una cara.

Es de destacar el hecho de que, con ese tremendo corte, la última moneda haya llegado hasta nuestros días sin acabar de partirse.

Monedas inusualmente cortadas

A  la izquierda vemos un as de Obulco (Hispania, siglo II a.C.) y a la derecha un sestercio de Gordiano III muy posterior (Roma, 238-244 d.C.). En principio parecen cortes para obtener moneda fraccionaria, pero la evidente dificultad de estos cortes me hace pensar que tal vez no intentaran conseguir dicha moneda fraccionaria, sino hacer alguna otra cosa que ciertamente desconozco.

Monedas casi partidas en cuatro trozos

A la izquierda tenemos un sestercio de Septimio Severo (193-211 d.C.), y a la derecha un bronce provincial de Julia Domna (Emesa, 215-216 d.C.). Parece que habían intentado conseguir moneda fraccionaria pero se arrepintieron y dejaron a medias la tarea, o tal vez ambas monedas fueron simplemente marcadas para facilitar una posterior partición. Sin embargo la moneda de Emesa me parece demasiado pequeña (24 mm / 8,16 g) para que intentaran partirla en 4 trozos. Tal vez la razón fuera otra.

¡Veamos las dos mitades!

Cuando partían las monedas para efectuar un pago, lo lógico es que cada parte fuera a parar a las manos de distintas personas, por lo que resulta extremadamente difícil que hoy en día podamos reunir las dos mitades de una moneda partida en la antigüedad. A continuación mostraré el único ejemplo que conozco.

El sestercio póstumo de Lucio Vero (Roma, 169 d.C.), mostrado a la izquierda, fue encontrado partido, a escasos metros de distancia un trozo del otro. Presenta ese aspecto ya que la moneda fue "restaurada" (pegada) por su actual propietario.

Tema distinto es de las monedas rotas en tiempos recientes, algo frecuente al intentar enderezar algún ejemplar que fue doblado en la antigüedad

El antoniniano del emperador Gordiano III (Roma, 238-244) y el triente visigodo de Suintila (Tucci, 621-631), que mostramos a la izquierda, son dos de los muchos ejemplos de monedas rotas recientemente (no partidas en el pasado) que nos podemos encontrar.

Áureos partidos
Splitted / halved coins

No es frecuente encontrar monedas de oro partidas, pero haberlas... haylas.
A la izquierda tenemos un áureo del emperador Gordiano III (2,47 g) y a la derecha otro de Constancio I (2,45 g). Ambas monedas fueron partidas en la antigüedad en dos mitades, y es evidente que lo hicieron de forma muy cuidadosa para conseguir pesos similares en ambas mitades.

Diversas monedas de plata partidas
Splitted coins

Arriba, a la izquierda, siclo (shekel) hispano-cartaginés de finales del siglo III a.C. partido en dos mitades. A la derecha, dracma de Emporion (20 mm, 4,45 g) emitida a finales del siglo III a.C., y seguramente partida de forma que se obtuviera un óbolo con el trozo faltante. 
En el centro, otras dos dracmas partidas de Emporion (241-218 a.C.). Su peso de 1,61 g y 0,75 g nos indica que debieron de circular como 1/3 y 1/6 de dracma. (Dos óbolos y un óbolo respectivamente).
Abajo, a la izquierda, denario republicano de la familia Marcia (Roma, mediados del siglo II a.C.), y a la derecha, denario ibérico de Ikalesken (Hispania Citerior, mediados del siglo II a.C.).
Estos seis trozos de monedas de plata pertenecen a distintas culturas de la antigua Península Ibérica y parece claro que fueron partidas intencionadamente, incluso en alguna de ellas se distingue claramente la huella del cincel.

¿Alguien encargó un trabajo y entregó parte de una moneda en concepto de señal? ¿Hubo algún motivo ritual o religioso? Seguramente lo más probable es que fuera la necesidad, la simple falta de divisores circulantes lo que les obligara a este expeditivo método de buscar cambio. La monedas de plata eran frecuentemente fraccionadas en esta época, lo importante entonces era el valor intrínseco del metal, no la moneda en sí.

Monedas de plata forradas y partidas
Splitted / halved fourree coins

No es frecuente encontrar monedas forradas que estén partidas. Una vez descubierto el engaño, a nadie se le hubiera ocurrido atesorarlas, lo lógico es que estas piezas fueran retiradas de la circulación.
A la izquierda tenemos una tetradracma forrada de Atenas (Atica, siglos II-I a.C), y a la derecha un denario forrado republicano (Gens Junia, Roma, 91 a.C.). Ambas monedas fueron partidas intencionadamente (se observan los rastros de la herramienta utilizada), bien para lograr divisores y facilitar una transacción, o bien por haber sospechado de ellas, por alguna razón como su bajo peso. El caso es que con la partición el fraude quedó al descubierto y ambas piezas debieron de ser desechadas.

Sestercios partidos
Splitted / halved sestertii

No parece que el sestercio de Nerón (Lugdunum, 65 a.C.), mostrado a la izquierda, fuera partido en la antigüedad, debe de estar simplemente roto. Sin embargo, los dos sestercios que vemos a continuación: Marco Aurelio (Roma, 161 d.C.) y Otacilia Severa (Roma, 244-249 d.C.), sí que fueron partidos intencionadamente para ser convertidos en dupondios, ya que se observan perfectamente las marcas del cincel presentes en el ambas monedas.

Dupondios partidos
Splitted / halved dupondii

Los dos primeros dupondios mostrados fueron acuñados en Colonia Iulia Viennensis (c. 36 a.C.) y partidos seguramente en algún campamento militar de las Galias para circular como ases. Pesan 7,63 g y 10,63 g, respectivamente.

El tercer ejemplo es un dupondio de Augusto (27 a.C. - 14 d.C.) acuñado en la denominada "ceca del Noroeste". No dispongo de su peso pero debe rondar los 9-10 g, por lo que pudo circular como as.

Ases partidos
Splitted / halved coins

El fenómeno de la partición de monedas afectó de manera singular a las unidades / ases, por ello hoy podemos encontrar abundantes ejemplos de estas monedas partidas.

Las dos primeras monedas mostradas son unidades hispanas de la segunda mitad del siglo II, acuñadas al norte de la Península, concretamente en las cecas de Kelse y Sekaisa.

Las cinco monedas siguientes son unidades/ases hispanos del sur de la Península. Fueron acuñadas a lo largo de los siglos II-I a.C., en Obulco, Ursone, Iliturgi, Osset y Laelia, respectivamente.

Los últimos tres ejemplos son ases romanos acuñados los dos primeros en Hispania (durante las Guerras Cántabras) y el último en Nemausus (Galia Narbonensis). Son monedas relacionadas con los campamentos romanos, que es donde más observamos el fenómeno de la partición, sin duda con la intención de conseguir moneda fraccionaria para la tropa.

Se trata de as de P. Carisio (Emerita, 25-23 a.C.), el emblemático "as de la caetra" (Lucus Augusti ?, 27-23 a.C.) y un as de Colonia Augusta Nemausus (10-14 d.C.).

En algunas de estas monedas puede observarse perfectamente la marca dejada por la herramienta que utilizaron en su partición y lo cierto es que lograban hacer mitades bastantes perfectas.

Estos diez ejemplos son monedas de distintas épocas y sus pesos varían bastante. Concretamente pesan: 6,27 g (Kelse), 8,2 g (Sekaisa), 8,53 g (Obulco), 10,34 (Ursone), 7,76 g (Iliturgi), 4,34 g (Osset), 4,07 g (Laelia), 4,69 g (Emerita), 6,73 g (Lucus?) y 7,09 g (Nemausus).

Ases contramarcados y partidos
Splitted / halved ases with countermarks

El que una moneda estuviera contramarcada no debía de significar nada de cara a su partición, ambos fenómenos (contramarcado y partición) debieron de suceder a la vez y precisamente con el mismo fin, el de garantizar moneda circulante en los campamentos romanos (u otros lugares).

Por ello, en ocasiones se ven monedas contramarcadas y a la vez partidas como el as ibérico (Castulo / Kastilo, mediados del siglo II a.C.) y el as provincial de Tiberio (Graccurris, 14-37 d.C.) que aquí mostramos. Ver catálogo visual: Contramarcas de Hispania Antigua.

Unidades / ases partidos para obtener pequeños divisores
Splitted coins

Primeramente vemos dos unidades ibéricas partidas de una singular forma ¿Intentaron cortar solo un tercio o tal vez un cuarto de estas monedas?

Se trata de una unidad de Kaiskata acuñada a mediados del siglo II a.C. y una unidad de Iltirta acuñada a finales del siglo III a.C., ambas en la Hispania Citerior.

Abajo a la izquierda vemos un doble de Castulo (Hispania Ulterior, finales del siglo III a.C.) al que le cortaron una pequeña porción. La moneda inicial debía pesar alrededor de 18 g, por lo que el trozo cortado rondaría los 4 gramos.

El as hispanorromano partido mostrado a continuación (Colonia Lepida, Hispania Citerior, 48-36 a.C.) pesa 5,14 por lo que parece haber sido cortado en tres partes. (Los ases de esta emisión rondan los 15 gramos).

Como se ve, la partición habitual es en dos trozos, pero no siempre es así.

Semises partidos
Splitted / halved semisis

Semis de Obulco (mediados del siglo I a.C.), semis republicano de imitación hispánica (siglo I a.C.), y semis de Tiberio (Osca, 14-17 d.C.), que indudablemente fueron partidos para circular como moneda fraccionaria (cuadrantes). En las tres monedas se observan las marcas que dejó el cincel utilizado para la partición.

Aunque la partición de moneda está normalmente relacionada con los ases, en algunas ocasiones también podemos ver otras denominaciones partidas, como estos semises o los sestercios mostrados anteriormente.

Centenional partido
Splitted coin

No es frecuente encontrar bronces bajoimperiales partidos, en aquella época no debía ser necesario partir las monedas, dada la abundancia de moneda fraccionaria y el pequeño valor de estos bronces/cobres.
La moneda partida mostrada es un AE2 (centenional) de Constancio II del tipo FEL TEMP REPARATIO, acuñado entre los años 348 y 350.

Monedas partidas en cuatro trozos
Splitted coins

Arriba a la izquierda vemos una fracción de shekel hispanocartaginés (1,37 g) acuñado en 221-218 a.C., y a la derecha vemos otra moneda de finales del siglo III a.C, un hemidracma de Ebusus (0,75 g) partido en cuatro partes.

En el centro, a la izquierda, tenemos un dodecadracma acuñado en Babylon (336-323 a.C.) a nombre de Alejandro Magno, que fue partido en cuatro partes; su peso actual de 12,1 g hace presuponer que circuló con el valor de 3 dracmas. A la derecha, hay una fracción de 6,82 g de un múltiplo de oro (seis áureos) de Galieno que fue acuñado en Siscia en 253-268 d.C.

Veamos dos ejemplos más, dos monedas de bronce intencionadamente partidas en cuatro partes: un as hispanorromano de Tiberio acuñado en Calagurris (Hispania Tarraconensis, 14-37 d.C.), y un sestercio de Filipo hijo (Roma, 247-249 d.C.). El as partido habría circulado como cuadrante y este trozo de sestercio, con un peso de 5,8 g, debió de suplir a un as.

Lógicamente, las grandes monedas resultaron más propicias para este tipo de particiones, que como se observa, son comunes a diversas culturas de muy diferentes épocas.

Maiorina cortada circularmente
Splitted coin

Maiorina de Joviano (26 mm y 3,84 g) acuñada en Tesalónica (363-364 d.C.).

Esta elaborada manipulación es ciertamente infrecuente, no conozco caso similar en la numismática romana. (Tema aparte es China, como veremos a continuación). El vendedor (CNG) apuntaba la idea de que tal vez habían pretendido hacer un anillo pero eso no me parece muy probable, aunque lo cierto es que no se me ocurre explicación alguna.

Nota: Algunos medallones bimetálicos se han podido romper con el tiempo, pero esta moneda de Joviano es un caso distinto. (Ver "Roma bi-metallic pieces" y anillo exterior de un medallón de Cómodo).

Monedas chinas cortadas circularmente
Splitted coins

A la izquierda, parte exterior de un AE Cash, tipo Yan Huan (26 mm), perteneciente a periodo de las dinastías orientales Han y Xin (China, siglos III-V d.C.). En la derecha vemos la parte interior de una moneda parecida, en este caso del tipo Zao Bian (18 mm).

Ciertamente en Oriente eran muy sofisticados, también partían las monedas en dos partes, pero cortándolas cuidadosamente, dando como resultado dos nuevas monedas de distinto tamaño y de similar forma circular.


Grafitos - Graffiti

A menudo vemos monedas antiguas con grafitos, esto es, con letras o dibujos grabados de forma más o menos tosca y superficial, aunque en ocasiones su grabado es más profundo y cuidadoso por lo que se identifican como contramarcas. Es estas marcas que se hacían en la antigüedad se supone eran efectuadas por el propio propietario de la moneda (o por algún banquero / cambista), poniendo las iniciales de su propio nombre o algún símbolo con el que se sintiera identificado.

Este tipo de daño desde luego deprecia la moneda de cara al coleccionista, pero su impacto en el precio depende del tipo del grafito / graffiti en concreto.

Grafitos en anverso o reverso
Graffiti

A la izquierda, estatera de Thasos / Tracia, finales del siglo V a.C. con los signos M I en su reverso y a la derecha, denario republicano de la familia Marcia (principios del s. II a.C.) con los signos N II M III en el anverso.

Múltiples grafitos en anverso y reverso
Graffiti

Parece que el poseedor de esta moneda se aburría y se entretuvo grabando lo que se le ocurrió, tanto en el anverso como en el reverso de este as de Claudio de imitación hispánica. Diríase que son letras sin sentido, pero no lo sé. Seguramente para su autor sí que significaban algo todas esas marcas.

Algo más que un grafito
Graffiti

Algo más que un grafito, diría yo. Tanto la moneda de Pax Iulia (Augusto) mostrada a la izquierda, como la de Claudio (de posible imitación hispánica) de la derecha, fueron "trabajadas" a conciencia en la antigüedad. ¿Por qué razón? Pues ciertamente no lo sé... Quizás fuera un simple entretenimiento de su poseedor.

Grafitos en contorniatos
Graffiti

Los contorniatos son posiblemente el tipo de moneda en la que encontramos grafitos con más frecuencia. Tal vez su alto valor simbólico inducía a sus propietarios a marcarlos, lo cierto es que un notable porcentaje de ellos presentan símbolos o letras artesanalmente grabados. (Haciendo clic en la imagen pueden verse tres ejemplares conmemorativos de Trajano, con distintas marcas en su anverso).


Transformaciones sufridas por las monedas

Convertir las monedas en otro tipo de objetos como pesas, botones o adornos, o intentar aumentarlas de valor mediante su recubrimiento con metales nobles, parece que fue una práctica relativamente común en la antigüedad.

Este tipo de manipulación deprecia -en principio- la moneda de cara al coleccionista, pero puede suceder lo contrario. En realidad el precio dependerá de la belleza o la rareza de "nuevo diseño" logrado en la transformación.

Monedas doradas

Arriba a la izquierda, denario acuñado en Éfeso durante la primavera-verano del 41 a.C. mostrando los bustos de los dos triunviros más influyentes (Marco Antonio y Octavio).  Parece que difícilmente podría pasar esta moneda por un áureo debido a su bajo peso (3,32 g), pero seguramente esa fue la intención. Las técnicas del dorado eran bien conocidas en la antigüedad y este tipo de moneda se acuñó tanto en plata (denario) como en oro (áureo), lo que sin duda pudo facilitar el intento de fraude.
A la derecha otro denario dorado, esta vez de Aureliano (Roma, 274-275 d.C.). Con sus 19-20 mm podría intentar simular ser un áureo, pero con su bajo peso (2,18 g), difícilmente pasaría inadvertido.

Abajo tenemos un antoniniano de Probo (276-282 d.C.) de 23 mm y 4,97 g, y medio centenional de Constante (333-337 d.C.) de 16-17 mm y 1,7 g, recubiertos ambos en su época por una fina capa de oro.
Tal vez pretendieron hacerlas pasar por monedas de oro (áureo y tremissis respectivamente). En el caso de Probo podía ser posible, pero en el de Constante era más difícil, ya que ese tipo de reverso no se acuñó en oro, siendo precisamente muy común en bronce.

Moneda plateada

Imitación de un tremissis bizantino de Justino II (565-578 d.C.) de 1,36 g. Ciertamente es una moneda enigmática puesto que no existieron tremissis de plata ni tampoco se acuñó ese diseño en cobre/bronce.

El vendedor indicaba que es una moneda falsa de época al ser de cobre y estar bañada en plata, pero lo cierto es que difícilmente un falsificador iba a tratar de imitar una moneda de oro revistiendo el cobre con plata. ¿Será tal vez una manipulación posterior?

Monedas plateadas en una sola cara

A la izquierda vemos un sextante republicano (12,1 g / 23 mm) acuñado en Roma por familia desconocida, entre los años 215-211 a.C. Destaca el inusual hecho de que el reverso está plateado pero el anverso no. En el centro de la moneda hay un orificio y el anverso tiene dibujadas una marcas que simulan rayos.

A la derecha tenemos otra moneda con solo una cara plateada. Se trata de un as de Iulia (27,52 g / 32 mm) acuñado en Hispania Ulterior, durante la primera mitad del siglo II a.C. Me inclino a pensar que ambas monedas pudieron servir de adorno o talismán en el pasado, no se me ocurre otra explicación. No creo que se trate de falsificaciones (de monedas forradas) ya que estos tipos solo existieron en bronce.

Monedas utilizadas como pesas (ponderales)

Dado que la primera moneda a la izquierda pesa 5,73 g, el vendedor indicaba que este bronce de Alejandro Magno había sido transformado a base de martillazos en pesa. ¡Aventurada hipótesis!... aunque la moneda pese aproximadamente 1/3 de la tetradracma ática, no parece esa una aceptable explicación para justificar los daños sufridos por este pequeño bronce de finales del siglo IV a.C.

Sin embargo, está claro que la moneda de la derecha, un sestercio recortado de Adriano (12,51 g), sí fue utilizada muchos siglos después como ponderal, concretamente con el valor de 4 reales. El reverso esta alisado, pero en el anverso figuran resellados, sobre el busto claramente reconocible del emperador romano, su valor IIII y un escudo fajado. Este ponderal, asignado a Valls, procede de la Colección Crusafont. (Áureo & Calicó, subasta de octubre de 2011, lote 1896).

Los dos ejemplos mostrados a continuación son un centenional de Joviano (363-364) y un follis de Anastasio (491-518) que han sufrido diversas manipulaciones. Los vendedores los presentaban como "exagium solidi", es decir como ponderales para controlar los sólidos áureos. Ciertamente la primera moneda pesa 4,36 g y la segunda 4,40 g, por lo que tal vez pudieran servir a tal efecto ya que el sólido debía pesar 4,54 g. Curiosamente han conseguido aumentar el peso del centenional (que debía rondar los 3,2 g) agujereándolo y agregándole un pegote de plata.

Finalmente veamos otro supuesto "exagium solidi" obtenido al reutilizar una moneda Adriano (117-138) de Bitinia, al que grabaron en su anverso las letras griegas de plata "Ιωαννου" (?) y pesa 4,16 g. A la derecha vemos un felús hispano-musulmán de 15 mm y 1,95 g, datado entre los años 822-912, que pudo haber servido como ponderal de medio dinar. Su peso así parece indicarlo y las muescas serían realizadas precisamente para ajustar dicho peso. Pero no deja de ser una mera hipótesis, ciertamente este tipo de manipulaciones no son infrecuentes en la moneda antigua y la mayoría de las veces no sabemos explicarlas sino con conjeturas.

Monedas "dentadas"

Tanto el as de Castulo (Hispania Ulterior, siglos II-I a.C.), el as de Domiciano (Roma, 81-96 d.C.) y el sestercio de Cómodo (180-192 d.C.) de arriba, como los centenionales de Magnencio (?), Decencio (Arelate, 351-351 d.C.) y Teodosio I (Siscia, 379-383 d.C.) de abajo, fueron manipulados, transformados en la antigüedad, realizando cortes o muescas en todo su contorno.

Tal vez este tipo de monedas "dentadas" fueron utilizadas como fichas de juego, como botón u otro tipo de adorno, o quizás como herramientas... En fin, que no lo sé.

Solemos tender a buscar explicaciones generales, pero este tipo de manipulaciones aparecen en distintos tipos de monedas a lo largo de épocas y culturas muy variadas, por lo que seguramente hubo distintos motivos.

Monedas utilizadas como herramientas (?)

A la izquierda, cuadrante de Arse (finales del siglo II a.C., Hispania Citerior) que pesa 2,40 g, y a la derecha, dupondio de Augusto de finales del siglo I a.C.
El cuadrante ha sido cuidadosamente transformado en un nuevo y enigmático objeto que pudo servir como improvisada herramienta, pero con una función que desconozco. Mas claro parece estar lo sucedido con el dupondio, diríase que inicialmente fue partido (para circular como as), y que después alguien lo modificó para convertirlo en un punzón, tal vez en una herramienta para agujerear el cuero.

¿Prueba de cuño o resello?

El antoniniano de Victorino mostrado a la izquierda presenta un extraño cuadrado con un círculo en el centro, que en principio puede parecer un resello, pero que resulta ser demasiado grande para ser una contramarca, y además, su diseño no se asemeja al de ningún otro resello, sino que más bien recuerda el típico altar presente en los reversos de las imitaciones Claudio II. (A la derecha, puede verse una de estas monedas "bárbaras" de Claudio II).
Dado el pequeño tamaño de estas copias locales de Claudio II (en relación a los antoninianos oficiales) parecería que lo que hicieron fue utilizar la moneda de Victorino para probar un cuño. De acuerdo, reconozco que esta explicación es muy imaginativa, pero parece claro que golpearon el antoniniano con "algo" que grabó ese motivo, ya que el reverso ha quedado totalmente aplanado en el lugar correspondiente. Si ese "algo" era un cuño u otro tipo de punzón o herramienta, pues justo esa es la cuestión. Haced clic en las imágenes y veréis... Yo, como he dicho, me inclino por la hipótesis de la "prueba de cuño".

Monedas convertidas en... ni idea

A la derecha tenemos un antoniniano de Aureliano (270-275 d.C.), deformado para convertirlo en... la verdad es que ni idea. (Tal vez recibió el impacto de una bala esférica de plomo. Tal vez).

Moneda de bronce acuñada entre los años 270-275 d.C.
Anverso: (IMP C AVR)ELIANVS AVG
Busto del emperador, con coraza y corona radiada, mirando hacia la derecha.
Reverso: (CO)NCORDIA MILITVM
Aureliano en pie a la izquierda y alegoría de la Concordia (a la derecha) con sus manos entrelazadas.
Monedas convertidas en fichas (?)

A la izquierda vemos un sestercio altoimperial (tal vez de Lucila o Faustina) que parece haber sido convertido en ficha de juego. Bueno, eso es lo que decía el vendedor, y lo cierto es que no parece algo muy descabellado.

A la derecha hay otra moneda antigua muy gastada (seguramente otro sestercio) de parecidas características.

Monedas convertidas en otros objetos

Los dos primeros ejemplos mostrados son interpretados normalmente como monedas convertidas en soportes de espejo mediante un cuidadoso vaciado.

Primeramente vemos un sestercio de Tiberio (34 mm y 10,34 g) acuñado en Roma (19-23 d.C.) y en segundo lugar un sestercio de Nerón (66-67 d.C.) de 33 mm y 6,98 g acuñado en Lugdunum. En ambos casos el vaciado del reverso fue intenso y las monedas perdieron más de la mitad de su peso.

A continuación vemos cuatro pequeños bronces del Bajo Imperio romano, retocados en la antigüedad.

La primera moneda tiene manipulado el reverso pero permanece el emperador Constancio II en el anverso. Las últimas tres monedas han perdido el anverso. Seguramente trataron de convertir todas ellas en algún tipo de tésera, ficha o adorno.

Monedas con numerales o letras grabadas

Primeramente vemos un triens (6,82 g / 21-22 mm) de la gens Atilia (Roma, 155 a.C.) con el numeral III grabado en el anverso. Después observamos un pequeño bronce oriental (Corinto, 34-31 a.C.) con el numeral griego 2 (B) punteado en su reverso. De esta forma, posiblemente ambas piezas fueron convertidas en fichas.

A continuación tenemos un interesante sestercio de Nerón (54-68 d.C.) en el que grabaron el nombre de una persona (que posiblemente era el propio poseedor) en el reverso: TITVS CALPVRNIVS DIADVMENVS.

A continuación hay un espectacular medallón (44 mm, 62,56 g) de Cómodo acuñado en Roma (177-192 d.C.) con diversas letras distribuidas en tres filas y grabadas inversamente, seguramente con la intención de poder ser usado como sello.

Por último tenemos dos diminutos (y raros) bronces de los "Festivales de Isis" (Roma, mediados del siglo IV d.C.) con los numerales XIII y XVI grabados en sus reversos.

Puede observarse que a lo largo de varios siglos se manipularon de esta forma monedas de muy diversos tamaños, utilizando piezas gastadas o puliendo en ocasiones los reversos para después grabar numerales o letras, pero también en ocasiones les hicieron agujeros para ser utilizadas como colgantes.

Entiendo que de esta forma dichas monedas pudieron ser usadas como fichas de juego, como algún tipo de contador, como sello o incluso servir de identificador. (Por ejemplo, imaginemos un perro que lleva la moneda mostrada con el nombre de su dueño atada en el collar).

Monedas recortadas para... (?)

Ciertamente las manipulaciones sufridas por las monedas en el Mundo Antiguo fueron de muy variadas. De izquierda a derecha y de arriba a abajo podemos ver nueve interesantes ejemplos.

La primera moneda (14 mm, 1,25 g) es un semis de Castulo (Hispana Ulterior, finales del siglo II a.C.) al que caprichosamente recortaron la silueta de la cabeza viril.

A continuación figura un sestercio de Calígula (Roma, 37-41 d.C.) con una partición que recuerda las efectuadas en las téseras para formalizar un pacto. ¿Dos personas se juramentaron algo pasando a tener cada una de ellas una parte de este gastado sestercio?

La tercera moneda es un denario de Nerón de 2,2 g acuñado en Lugdunum (54-68 d.C.) que fue claramente convertido en colgante, tal vez para ser usado como amuleto. Aunque... ¡el césar Nerón quedaba boca abajo! De todas formas, destaca el hecho casual de que los ejes de acuñación hubieran sido de 90º, ya que a pesar del recorte y del agujero, ambas caras muestran perfectamente los motivos principales.

El pequeño recorte triangular de la siguiente moneda aún nos permite atisbar que se trata de un sestercio de Nerón con el arco de triunfo acuñado en Lugdunum (64-66 d.C.).  Ahora bien, no se me ocurre porque pudieron hacer tal cosa.

El quinto ejemplo es un semis de Trajano acuñado en Antioquía (115-116 d.C.) que fue recortado para conseguir la forma cuadrangular que ahora presenta. Su peso actual es 4,34 g lo que invita a pensar que pudo servir de pesa para los sólidos del siglo IV, pero quizás era simplemente una ficha de juego.

La moneda siguiente presenta un extraño recorte, las formas cuadrangulares son habituales pero esta especie de trébol de cuatro hojas es ciertamente inusual. Se trata de un follis (2, 22 g) de Constantino Magno acuñado en Ticinum (326 d.C.) que fue convertido seguramente en amuleto o ficha de juego.

También debió de ser utilizada como ficha de juego o amuleto la séptima moneda, un pequeño bronce de Juliano El Apóstata (2,08 g, 18 mm) acuñado en ceca incierta entre los años 261 y 263, que fue cuidadosamente recortado hasta alcanzar esa forma cuadrangular.

El octavo ejemplo es un bronce bajoimperial de Magnencio (350-353 d.C.)  recortado hasta formar en un heptágono casi perfecto (lo que no debió resultar fácil). Sin duda intentaron resaltar el crismón por lo que en este caso la opción de usarse como amuleto parece la más probable.

El noveno ejemplar es una maiorina de Joviano (26 mm y 3,84 g), acuñada en Tesalónica (363-364 d.C.). Esta elaborada manipulación es ciertamente infrecuente, no conozco caso similar en la numismática romana. (Tema aparte es China, como hemos visto anteriormente).  El vendedor (CNG) apuntaba la idea de que tal vez habían pretendido hacer un anillo pero eso no me parece muy probable, aunque lo cierto es que no se me ocurre explicación alguna.

 

Monedas deterioradas para... (?)

La primera moneda es un as de Augusto (Turiaso, Hispania Tarraconensis) que presenta una extraña incisión circular en el reverso. No parece que trataran de agujerear la moneda, quizás trataban de convertirla en ficha de juego.

Tanto el as de Galba (Roma, 68 d.C.) como el as de Adriano (Roma, 129-130 d.C.)  y el denario de bronce que imita las monedas de Alejandro Severo (c. mediados del siglo III d.C.) mostrados a continuación, perdieron su forma inicial a base de martillazos. Buen entretenimiento, pero... ¿qué pretendieron hacer? Podemos pensar en una ficha en el caso de Adriano, pero no en los otros dos ejemplos.

Las últimas dos monedas son un bronce provincial de Julia Domna (Emesa, 215-216 d.C.) y un sestercio de Gordiano III (Roma, 238-244 d.C.) que pudieron haber sido manipuladas (marcada una y cortada la otra) simplemente para conseguir moneda fraccionaria.

Enigmáticos medallones

Estas piezas áureas unifaces no son consideradas como monedas al presentar acuñada una sola cara y tener siempre asociados unos agujeros y/o enganches que sin duda facilitaban su uso como adorno. Es evidente que serían un buen signo de ostentación, no hay duda.

Ver más información y otros ejemplos en: Not in RIC 1 - 2 - 3 - 4 - 5 - 6 - 7 - 8 - 9.

Monedas utilizadas antiguamente como joyas

Los ejemplos de monedas antiguas utilizadas en joyería son abundantes. Este tipo de manipulaciones se han hecho en todas las épocas, incluida la Edad Antigua que aquí nos ocupa.

Al collar con dos denarios mostrado anteriormente (ver monedas agujereadas), podemos añadir diez monedas de oro engarzadas en la Antigüedad que se encuentran en el British Museum. Haciendo clic en los anillos mostrados a la derecha podremos ver estos ejemplos. Los tres primeros son de las propias vitrinas del museo y los otros siete del libro de F. H. Marshall: "Catalogue of the finger rings, Greek, Etruscan, and Roman, in the British Museum".

Abajo vemos un denario oriental de Septimio Severo (Emesa, 194-195 d.C.) y una moneda plata vándala (100 denarios) acuñada en Carthago (Guntamundo, 484-496 d.C.), que fueron utilizados en su día como colgantes.

Ver más ejemplos en: Artifacts.mon.fr -1 - 2 - 3 y 4.

Monedas utilizadas en joyería en tiempos modernos

A la derecha tenemos un áureo de Vespasiano convertido en colgante, un denario Augusto transformado en botón de solapa, y otro denario de Vespasiano utilizado indudablemente en alfiler de adorno. Estas tres manipulaciones fueron hechas en tiempos modernos, tal vez durante el siglo XIX.

También deben de ser manipulaciones modernas las que vemos en las tres monedas auténticas de Severina, Galieno y Constancio II convertidas en botón de solapa, y en la moneda falsa (una copia actual) de Trajano Decio convertida en pin.

Después tenemos una singular pulsera hecha a base de denarios de la República romana. En 1909 se encontró en Cortes de Pallás (Valencia) un tesorillo que fue publicado en 2001 por M. Gozalbes como "Tesorillo de Castilblanques". Actualmente seis denarios de dicho tesorillo, datados entre los años 90 y 46 a.C., forman esta curiosa pulsera. Es decir, que durante el siglo XX, esas antiguas monedas recibieron 22 puntos de soldadura para que alguien pudiera lucirlas en su muñeca.

Abajo, a la izquierda, podemos ver un espléndido brazalete confeccionado con seis áureos, que el eminente numismático Antonio M. de Guadán mandó confeccionar en 1946 como regalo para su esposa. Eran otros tiempos, hoy dudo que hubieran deteriorado con puntos de soldadura unas monedas tan valiosas.

 En 1947 se encontró un tesorillo en Roa (Burgos) y según nos describe Francis Suárez en su estudio: "Tesorillo de Roa I", gran parte de los denarios ibéricos hallados se emplearon para confeccionar al menos cinco pulseras. (Ver una de estas pulseras). Lo dicho, eran otros tiempos.

Y finalmente, tenemos una pulsera confeccionada actualmente (ya en el siglo XXI) a partir de cinco dírham almohades de plata (al-Ándalus, siglo XII y XIII d.C.). En este caso lo que han intentado es revalorizar unas monedas islámicas comunes.

Actualmente se siguen utilizando las monedas antiguas en joyería, pero normalmente de forma mucho más cuidadosa. Hoy en día se evita deteriorar las monedas con soldaduras o agujeros.


Otras monedas transformadas modernamente

A la izquierda, medallón de Domiciano que ha sido convertido (seguramente en tiempos modernos) en un excepcional broche. Está calado y presenta dos rebajes en el reverso. Pero es una verdadera pena, se trataba de una moneda antigua muy rara que ahora ha perdido prácticamente todo su valor. (Lote 277, subasta J. Vico, marzo 2012)

A la derecha, denario de Julio César (Crawford 458/1) cuyo reverso ha sido totalmente transformado para grabar en él unas letras y una corona, que podrían estar asociadas al antiguo estado de Baviera (según indicaba un vendedor en eBay).


Continuación: Parte VI