Durante los tiempos republicanos, el fenómeno de imitación local o copia del numerario
romano de bronce tuvo gran repercusión en el área de Hispania Ulterior. Las monedas de imitación halladas en la
península Ibérica (normalmente en el S y SE) son fundamentalmente semises, pero también se han encontrado ases, trientes y cuadrantes.
(Ver las doce monedas mostradas a la derecha, todas ellas son
imitaciones).
A lo largo del siglo I a.C. los pueblos celtas de las Galias, así como los de centroeuropa,
acuñaron moneda imitando los denarios republicanos romanos. Del mismo modo, en el otro extremo del Imperio, las tribus de Dacia
y Pannonia copiaron las monedas de plata romanas.
(Ver la moneda mostrada a la izquierda, aunque en este caso, además de ser una
imitación se trata de una falsificación, ya que es una moneda forrada).
Pero la imitación de la moneda romana no se limitó al periodo republicano.
A lo largo de todo el periodo imperial, concretamente durante la primera mitad del siglo I d.C. y entre
los siglos III y V d.C., se han constatado la mayor cantidad de imitaciones.
Se desconoce dónde pudieron estar ubicados los correspondientes talleres
monetales, seguramente la mayoría de ellos estaban dentro de las propias fronteras del
Imperio, en la parte meridional de la península
Ibérica, así como en las Galias y Britannia, pero también los hubo al otro lado
del Danubio, en centroeuropa y en los Balcanes (ver moneda nº 3). Incluso se
conocen monedas de Tiberio acuñadas en lejanas tierras de Oriente (valle del
Indo).
Seguramente la escasez de moneda -más que el ánimo de
lucro- debió guiar estas "falsificaciones internas" de la época. Las
"copias externas", las realizadas por otros pueblos fuera de las fronteras
romanas, se hicieron sin duda (por pueblos vecinos) para facilitar su aceptación. La importancia
del fenómeno puede apreciarse en la siguiente estimación: se cree que
a mediados del siglo I d.C., los ases de Claudio I que circulaban en Hispania
podrían llegar a ser en un 90 % imitaciones, los dupondios
alcanzarían el 25% y los sestercios falsos de este emperador serían el 16%.
A finales del siglo III d.C., sin duda de nuevo propiciado por la
falta de pequeño numerario circulante, aparecen abundantes copias de antoninianos entre las que sobresalen
las imitaciones de Claudio II con la leyenda "CONSECRATIO" (ver los
ejemplos mostrados a continuación) y otras
monedas similares de los usurpadores galos: Tétrico (ver moneda nº 5), Póstumo y Victorino. Este tipo de
monedas se encuentran frecuentemente en los hallazgos de: Hispania, Galia y Britannia, son más pequeñas que las oficiales (entre 12-16
mm), presentando a menudo cambios o errores en las leyendas, mostrando
además un estilo tosco, simple y esquemático (que solemos denominar "arte bárbaro"). Este fenómeno debió de alcanzar tal
magnitud, que Aureliano prohibió la circulación de dichas imitaciones.
Claudio II |
Constancio II |
Series Conmemorativas |
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Una moneda oficial y cinco imitaciones |
Tres monedas oficiales y tres imitaciones |
Tres monedas oficiales y tres imitaciones |
A mediados del siglo IV se continuaron acuñando localmente monedas de imitación,
copiando los follis o los centenionales de Crispo (ver la moneda mostrada a la
izquierda), Constancio II, Constancio Galo (ver moneda nº 4) y un largo etcétera. (Ver los ejemplos
mostrados anteriormente: FEL TEMP REPARATIO, CONSTANTINOPOLIS y URBS ROMA, en
ellos se puede observar la evolución y la diferencia de tamaños). Del mismo modo, a finales de ese
mismo siglo IV se reproducen las maiorinas de Honorio, Graciano y, sobre todo, se copian en
Occidente las monedas del usurpador Magno Máximo (Ver artículo: "Algunas imitaciones singulares:
El caso de la enigmática evolución de los AE2 del tipo "REPARATIO REIPVB". Como se ve,
en esta época siempre se imitan monedas de poco valor, monedas de bronce para
facilitar las pequeñas transacciones que posiblemente estaban toleradas por las
autoridades locales.
Con las invasiones de los pueblos germánicos, durante gran
parte del siglo V, se imitan las monedas de mayor valor (sólidos, silicuas,
etc.). Visigodos, vándalos, burgundios y suevos, en un intento de legitimar su posición como
federados de Roma, comienzan sus emisiones imitando la moneda que
mejor conocen, la romana, o para ser más exactos, emitiendo moneda propia a
nombre del emperador romano del momento (ver moneda nº 1).
Después de la caída de Roma (476), el Imperio romano pervivió en Oriente, pero eso es ya otra
historia... (Ver imitaciones de la moneda bizantina).
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