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AVITO
Marcus Maecilius Flavius Eparchius Avitus |
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Durante el año 455, Valentiniano III murió víctima de un complot urdido por el
senador Petronio Máximo, quien además, forzó al matrimonio a su viuda Licinia Eudoxia.
La emperatriz decidió pedir ayuda al
vándalo Genserico y al poco tiempo sus barcos estaban en la
desembocadura del Tíber, siendo Roma saqueada. Petronio Máximo trató de huir, pero fue asesinado por la
multitud que trató así de aplacar a Genserico.
Marco Mecilio
Avito, un general romano de noble origen galo que había alcanzado el
grado de Magister Militum (jefe del ejército en la Gallia) durante el corto mandato de Petronio, con el apoyo del
poderoso rey visigodo Teodorico II (del
cual había sido preceptor), se proclamó a primeros de julio de 455 emperador de Occidente,
aunque inicialmente continuó en las Galliae,
llegando al extremo de trasladar todo el personal de la ceca de Ravenna a la de Arelate.
En vista de las
circunstancias, el emperador de Oriente Marciano reconoció a Avito, sin
embargo la población romana nunca aceptó completamente esta
proclamación. El emperador se trasladó a Roma y con la ayuda de Ricimero -un general romano de origen suevo-
logró expulsar de Corsica
a los vándalos, aunque no logró acabar con su poderío naval.
Avito mandó desmontar varias
techumbres de edificios públicos y estatuas de
bronce para pagar a sus mercenarios godos. El descontento de la población fue
en aumento, situación que aprovecharon Ricimero
y Mayoriano para iniciar una revuelta popular. El
emperador huyó a Arelate,
pero no pudo recibir la ayuda de Teodorico II, que se encontraba en Hispania
en su campaña contra los suevos, por lo que fue derrotado cerca de Placentia
(octubre de 456). Su vida le fue perdonada, abdicó y se convirtió en obispo de
Placentia, ciudad en la que moriría poco después.
Ricimero no podía proclamarse a sí mismo
emperador, pues era arriano y nunca habría sido aceptado. Después de un
interregno de casi seis meses, puso en el trono a un noble de origen romano llamado
Flavio Julio Valerio Mayoriano,
que le había ayudado en la revuelta. En realidad, el auténtico gobernante
siempre sería Ricimero.